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LAS INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR DEBERÍAN SER MÁS EMPÁTICAS E INCLUSIVAS DURANTE LOS TIEMPOS DE PANDEMIA

 

Por Erick Ordoñez Capuano

De acuerdo con Orozco (2015), el modo de pensar el vínculo curriculum-sociedad con perspectiva latinoamericana es uno de los aportes conceptuales del discurso curricular que se gestó en la región por allá de los años 70’ del siglo pasado, se ha nutrido y enriquecido con base en los debates curriculares hasta el presente, conformando un amplio posicionamiento histórico político-cultural, gnoseológico-pedagógico de países de la región (Orozco, 2015). En este sentido, la conceptualización de la noción de proyecto en el plano epistemológico, y del proyecto curricular en nuestro campo de estudio, conlleva una impronta político-cultural (Puiggrós, 2004:8 citado en Orozco, 2020) pues se reconoce a la tradición pedagógica latinoamericana como el legado histórico, político, académico y cultural de lo educativo (Alba, 1991; Puiggrós, 2015 Citado en Orozco, 2020). De acuerdo a Yapu (2014) Las políticas educativas y curriculares de los últimos años en latinoamérica se han caracterizado por otorgar mayor participación social. Menciona que el currículum tiene que ver como las políticas de conocimiento y de la cultura que una sociedad o un país se plantea para formar sus futuros ciudadanos, menciona al currículo como un espacio de elaboración cultural que parte de la matriz cultural de los pueblos con una memoria histórica que resguarda su sobrevivencia y es el instrumento que permite el desarrollo de la interculturalidad. El concepto de currículum liga estrechamente las políticas y sus ideologías, las estructuras institucionales como dispositivos y la clasificación de contenidos conocimientos que implica toma de decisiones, esto es, ejercer poder.  

Para Silvia Morelli (2020), lo que está sucediendo con la pandemia y el curriculum es desde el acontecimiento, “el cual es un modo problemático de encarar  un nuevo escenario social, que se presenta como inesperado y que acarrea la incertidumbre e inestabilidad”, en dónde, se puede enseñar lo que se ignora si se emancipa al alumno, es decir, si se le obliga a usar su propia inteligencia (Ranciére, J, 2003). Es decir los proyectos curriculares ante la pandemia deberían estar basados en la empatía y en la continuidad, hay un desafío y posibilidad, para tener nuevos escenarios mas solidarios.

Una gran contribución de los autores sudamericanos al estudio del campo del curriculum, es desde luego la descolonización, de acuerdo con la promesa curricular que proclaman los gobiernos latinoamericanos, existe una tensión total entre la relación política y curriculum, ya que, los constantes cambios de régimen que se dan en tampoco tiempo, deja proyectos inconclusos. Sería ideológico pensar solo en un curriculum democrático e inclusivo, solo con la voluntad de los pueblos, desafortunadamente necesitamos de la política y sus representantes para hacer material aquella promesa educativa (desde el sentido de Gustavo Bueno (2001), sobre los procesos democráticos). Es evidente que diferentes gobiernos sostuvieron una política de intervención de inmediata ante el acontecimiento llamada “pandemia”, generaron una solución más instruccional y mediática para entregar los contenidos expresados en el curriculum formal, y los docentes asumieron un rol impuesto, como diría Apple (2016) los educadores se encuentran implicados en un acto político, sean o no consientes de ellos. Al momento de transitar a una virtualidad, las escuelas,  no pierde la institucionalidad, porque está ahí, es un mundo de alternativas y de posibilidades, el marco de la institucionalidad solida existe y es ahí donde permite ampliar el curriculum presencial a uno virtual. Las escuelas crean y recrean formas de conciencia que permitirían el mantenimiento del control social, sin que los grupos dominantes tengan que incurrir a métodos manifiestos de dominación (Apple, 2016). En este punto, el intervencionismo del Estado ante la pandemia en el sistema educativo, es donde más daño hay, ya que los docentes se centraron más en la entrega de los contenidos empaquetados, a tener una intervención psicoemocional que prepare al alumno ante el acontecimiento, ante la perdida, ante la soledad, ante el dolor, la escuela no asumió su rol de formación humana, pese que la ley general de Educación (DOF, 2019) en su artículo 59 menciona: “En la educación que imparta el Estado se promoverá un enfoque humanista, el cual favorecerá en el educando sus habilidades socioemocionales que le permitan adquirir y generar conocimientos, fortalecer la capacidad para aprender a pensar, sentir, actuar y desarrollarse como persona integrante de una comunidad y en armonía con la naturaleza”. Finalmente la promesa educativa, no puede aislarse de la instituciones educativas, son parte del sistema político-social, lo sano para una sociedad sería tener una democracia material-real y no una democracia ideológica Gustavo Bueno (2002),  las instituciones deben ser más empáticas e inclusivas y responder a la pregunta ¿cuáles son las funciones sociales de la escuela?,  retomando a Peter McLaren (2017)  la solución que prevalecen es un pedagogía de la domesticación.

Referencias

Apple, M (2016) Ideología y Curriculum, Artmed Editora

Bueno, G. (2002). Telebasura y democracia. Ediciones B.

McLaren, P., & Cortés-González, P. (2017). Pedagogía crítica y decolonial en tiempos de Trump. Entrevista a Peter McLaren. Devenir, 32: 189-206.

Morelli. S (2020), videoconferencia del Programa del semestre 2021-1 del Curriculum latinoamericano y tecnologías: políticas y acciones de los sistemas educativos ante la pandemia de COVID19

Orozco, B (2020). Programa del semestre 2021-1 del Curriculum latinoamericano y tecnologías: políticas y acciones de los sistemas educativos ante la pandemia de COVID19, p. 8

Yapu, M (2014). Reformas educativas y curriculares en Bolivia en los últimos 30 años. Los desafíos de la descolonización educativa

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